El 75% de los casos de abuso y maltrato de adultos mayores se da en el núcleo familiar

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Los casos más comunes, sus efectos y consejos para la prevención, en el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez.

Según la Red Internacional para la Prevención del Maltrato de las Personas Mayores, abuso y maltrato en los ancianos se define como un acto único o reiterado, o bien la falta de toma de medidas necesarias, que provocan daño o angustia a una persona mayor con la que se tiene una relación en la que existen expectativas de confianza.

También se puede entender como cualquier acción voluntaria, u omisión de ella, que cause o pueda causar daño a un anciano y, a su vez, lo prive de la atención que necesite para su bienestar. Dentro de esta definición se incluye la violación de cualquiera de sus derechos.
Para que el maltrato sea entendido como tal, debe ocurrir en el marco de una relación interpersonal donde exista confianza, cuidado, convivencia o dependencia entre el anciano y su cuidador; siendo muy frecuente que el maltratador sea un familiar, un amigo o vecino, e incluso, un cuidador contratado o el personal de cuidado en el ámbito institucional sanitario o social.

Existen distintos tipos de maltrato, los más frecuentes son: físico, sexual, económico, emocional, médico, de abandono y negligencia. Cada uno debe ser detectado y prevenido a tiempo para que no se constituya en un verdadero problema con efectos irreversibles para el adulto mayor que los padece.
Podemos pensar en abuso físico cuando existen lesiones, hematomas, fracturas o úlceras que pueden relacionarse con sujeciones o contenciones muy restrictivas.

Hablamos de negligencia cuando hay falta de cuidado físico, nutricional o en la higiene personal, incluyendo el uso de ropa inadecuada, sucia o en mal estado.

En cuanto al abuso económico, se observa principalmente en el manejo del dinero de la víctima sin su consentimiento, como por ejemplo, la transferencia de bienes a miembros de la familia o incluso de los cuidadores, siendo aún más frecuente en aquellos pacientes que sufren algún tipo de deterioro cognitivo.
Por su parte, el abuso psicológico se da a partir de amenazas o intimidaciones reiteradas, generalmente verbales, por parte del agresor, para evitar que la víctima se relacione con otras personas de su entorno, limitando así su poder de decisión y generando ansiedad, depresión y una conducta de aislamiento.

Para intervenir adecuadamente en casos de abuso debemos conocer y entender el perfil tanto del agresor como de la víctima, y saber que existen ciertos factores comunes en cada caso, como por ejemplo el sexo del maltratador.

Teniendo en cuenta el perfil del agresor, se conocen diferentes estudios sobre el maltrato a personas mayores que determinan a las mujeres como responsables de negligencias varias, mientras que los hombres son más propensos a infligir daños físicos o abusos sexuales.
Otro factor no menor a tener en cuenta es la dependencia económica, generalmente el maltratador necesita el dinero de las víctimas para asegurar su alojamiento, manutención y transporte.

Respecto al perfil de la víctima, en casos de maltrato en la vejez, el número de padecientes mujeres es mayor que el de hombres, y las primeras generalmente sufren de maltrato psicológico y físico, siendo aún mayor en casos donde hay dependencia económica o deficiencias físicas o cognitivas de la víctima.

Es importante hacer hincapié en aquellos ancianos que demuestren lesiones frecuentes sin explicaciones claras, situaciones relacionadas con la salud que tengan retrasos injustificados o ausencias reiteradas a las consultas médicas. En este último caso se debe prestar especial atención al comportamiento y las actitudes tanto del paciente como del acompañante durante la sesión.

Es importante tener en cuenta que en muchas instituciones dedicadas al cuidado de personas mayores (pueden ser hospitales, clínicas o residencias) existe un maltrato grave y reiterado que se relacionan directamente con la escasa profesionalidad y/o deficiente o nula formación de los profesionales o cuidadores.

Sin embargo, un índice preocupante a tener en cuenta es que sólo la cuarta parte de los cuidadores no forman parte del núcleo familiar de la víctima. De esto se deduce que la mayoría de los abusos y malos tratos a personas mayores son producidos por parte de algún familiar directo.

Fuente: www.clarin.com