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Coronavirus: “Es fundamental comunicar que sale de las personas como un humo invisible, que flota y se mezcla”

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Expertos afirman que no se está explicando bien que el virus se transmite por inhalación y no se toman las medidas correctas para evitar contagios.
Trece investigadores referentes en distintas disciplinas enviaron una carta a las máximas autoridades políticas y científicas de los Estados Unidos (Jeffrey Zients, consejero de Joe Biden para la respuesta pandémica, Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas, y Rochelle Walensky, nueva directora de los Centros de Control Epidemiológico), para que adopten en forma urgente medidas para reducir la exposición a las pequeñas partículas que flotan en el aire, los “aerosoles”, que exponen a los individuos a la inhalación del virus SARS-CoV-2, como estrategia fundamental para prevenir infecciones y muertes por Covid-19.

“Esta carta surgió por dos cosas. Por un lado, la oportunidad de que hay un nuevo Gobierno que está más abierto a la ciencia y más decidido a frenar la pandemia –explica uno de los firmantes, José Luis Jiménez, profesor de Química y Ciencias Ambientales de la Universidad de Colorado en Boulder–. Y la frustración de que todavía no se está diciendo claramente que nos contagiamos por inhalación (por el aire que respiramos). Y entonces la gente no se protege bien, y no se previenen muchos contagios que podrían evitarse”.

Los especialistas afirman que la evidencia científica es clara: la inhalación de aerosoles es una de las principales formas de contagio y propagación del virus. Sin embargo, las pautas y recomendaciones oficiales, tanto en los Estados Unidos como en la mayoría de los países, están desactualizadas, ya que no lo reconocen claramente ni incluyen las medidas de control necesarias. Piden un uso generalizado de mascarillas, y que se apliquen medidas más estrictas para proteger a los trabajadores y al público en general.

Todavía hay un mensaje confuso –subraya Jiménez–. En octubre los CDC ya dijeron que la forma principal de contagio es la inhalación. Pero la gente sigue sin entenderlo. Y varias medidas claves no se explican bien, ni se transmite lo importantes que son. Se sigue malgastando mucho tiempo y dinero en desinfectar superficies, cuando esto no sirve para nada o casi nada. Al día de hoy, todavía no hay ningún caso demostrado de contagio por superficies. La revista Nature se lo dijo la semana pasada en un editorial extraordinario a la OMS y la CDC: tienen que dejar en claro que el virus va por el aire, y que el contagio por superficies es poco probable”.

Según el experto, uno de los más destacados referentes mundiales en el estudio de los aerosoles, este es un tema importante para las escuelas, que son sitios por lo general cerrados donde muchas personas pasan mucho tiempo, compartiendo el aire, hablando, con poca distancia entre sí, y con barbijos de calidad y ajuste pobres en muchos casos. “Es fundamental comunicar con claridad que tenemos que pensar que sale como un humo invisible de todas las personas, que flota y se mezcla. Los espacios interiores lo atrapan. Hay que tener siempre abiertas las ventanas y la puerta (no necesariamente de par en par), de manera que los virus que alguien pueda exhalar allí vayan saliendo inmediatamente al exterior, y que entre aire exterior sin virus”, explica.

Abrir ventanas
Jiménez destaca que es distinto ventilar ambientes o purificar el aire con filtros HEPA. “La medida mas fácil y barata es ventilar abriendo ventanas. Es lo que se debe hacer primero –afirma–. Pero a veces, porque hace frío o mucho calor, no se puede. Entonces medir el dióxido de carbono nos ayuda a ventilar lo suficiente, pero sin pasar mas frío o calor del necesario. Los filtros HEPA (y otros) sirven para quitar el virus del aire, sobre todo en sitios donde no se puede ventilar abriendo lo suficiente”.

Hay distintas formas de estimar cuál es el riesgo de que una persona adquiera el virus de acuerdo con la intensidad de circulación en su comunidad. El propio Jiménez desarrolló una calculadora automática (está en http://tinyurl.com/covid-estimator), pero hay otras.

Aunque incluso aireando bien el riesgo de contagio no se puede bajar a cero, se lo puede disminuir cinco o diez veces, dice Jiménez. “Y se puede bajar más con barbijos de buena calidad bien ajustados, haciendo todo lo que se pueda al aire libre, manteniendo siempre la distancia… Son las ‘capas de protección’, ninguna es infalible contra el contagio, pero juntas pueden reducirlo muchísimo”.

Y concluye: “Es desesperante ver que se sigue gastando tanto tiempo y dinero en desinfectar superficies, y luego se diga que no hay suficientes recursos para medir dióxido de carbono (CO2), o ventilar y proporcionar barbijos de mejor calidad y ajuste a las clases mas desfavorecidas”.

Además de Jiménez, los expertos que firman la carta son Rick Bright, ex director del Departamento de Salud y Servicios Humanos del Gobierno de los Estados Unidos, Lisa Brosseau, consultora de Investigación del Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas y Políticas Públicas de la Universidad de Minnesota, Lynn Goldman, Michael y Lori Milken, decana y profesora de Salud Ambiental y Ocupacional de la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken, Universidad George Washington, Céline Gounder, del Departamento de Medicina de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York y el Centro Hospitalario Bellevue, Yoshihiro Kawaoka, profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Wisconsin-Madison y de la Universidad de Tokio, Linsey Marr, del Departamento de Ingeniería Civil de Virginia Tech, David Michaels, profesor de Salud Ambiental y Ocupacional de la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken de la Universidad George Washington, Donald K. Milton, profesor de Salud Ambiental de la Facultad de Salud Pública y profesor de Medicina Interna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland, Michael Osterholm, director del Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas y Políticas Públicas de la Universidad de Minnesota, Kimberly Prather, del Departamento de Química y Bioquímica del Instituto Scripps de Oceanografía, Universidad de California en San Diego, Robert T. Schooley, profesor de Enfermedades Infecciosas y Salud Pública Global y Co-director del Centro de Aplicaciones y Terapéuticas Innovadoras de la Universidad de California en San Diego, y Peg Seminario, directora de Seguridad y Salud (retirada), de la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales.
Fuente: www.lanacion.com