Amsterdam sumó otra marca distintiva: está ganando una de las batallas más arduas de la salud pública. Entre 2012 y 2015 logró reducir la obesidad en los chicos un 12%, según los especialistas.
¿Cómo? El programa abarca diversas estrategias simultáneas que involucran a toda la comunidad: padres, maestros, funcionarios y personal sanitario. Comprende medidas que van desde no incluir bebidas azucaradas en el menú infantil hasta prohibir el patrocinio de eventos deportivos por parte de compañías que producen alimentos no saludables. La iniciativa prevé también controles semestrales de peso y altura.
Casi no existe país del mundo que no haya iniciado acciones para detenerla, aunque el problema es tan complejo que con frecuencia los intentos caen en el fracaso. Ocurrió en Estados Unidos, donde Michelle Obama lanzó la campaña «¡A moverse!» apenas llegó a la Casa Blanca y no pudo doblegar la resistencia de la sociedad a que el Estado intervenga en los hábitos de los consumidores. En Francia, la campaña «Manger Bouger» (Comer Moverse) también tuvo magros resultados. En Ecuador se puso en marcha la figura del «semáforo nutricional», que indica el contenido de sal, azúcar y grasa de los productos, pero en lugar de que creciera la venta de alimentos saludables, descendió el consumo de leche y yogur.
Según el Panorama de Seguridad Alimentaria y Nutricional 2016, de la FAO y la OPS, la Argentina se encuentra entre los países que encabezan los índices de obesidad y sobrepeso del continente. «Estamos liderando las estadísticas en la región, que a su vez es la que tiene la mayor tasa de obesidad en el mundo -afirma el ministro de Salud, Adolfo Rubinstein-. Entre la primera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, en 2005, y la última, en 2013, la obesidad en adultos aumentó más de un 40%. Más del 60% de la población tiene obesidad o sobrepeso, y lo mismo está pasando con los chicos. Y lo que es peor: el aumento se está acelerando».
La importancia de facilitar el acceso y clarificar la información: ¿Peleas por comer frutas en el recreo? Esto ocurrió en escuelas de Morón durante un estudio que exploró cómo mejorar los hábitos alimentarios de escolares. Para sorpresa de maestros y padres, durante las «degustaciones de frutas» los chicos se abalanzaban sobre platos de kiwi, por ejemplo. La experiencia ayudó a aumentar el consumo de alimentos saludables y reducir el de hamburguesas y panchos. En Chile, los alimentos envasados y rotulados con información nutricional clara están ayudando a los consumidores a elegir los que no sobrepasan niveles críticos de ingredientes claves, como el azúcar, la sal y las grasas trans.
Según el ministro Rubinstein, estamos atrasados en esta agenda. «En el próximo semestre vamos a lanzar un plan nacional de prevención de la obesidad, coordinado con otros ministerios, pero que también incluirá a todos los sectores del sistema alimentario (las ONG, la academia y la industria) en políticas activas».
Entre las medidas que estudia el ministerio figura incorporar el etiquetado de alimentos envasados implementado exitosamente en Chile y en Inglaterra, sumándoles advertencias sanitarias para que hasta los chicos reconozcan cuáles son los no saludables.»Tenemos razones para ser optimistas -concluye Rubinstein-: uno de los jugadores insoslayables en este problema, la industria, está reconociendo la necesidad de ir hacia productos más saludables. Esto, más la actividad física, puede ponerle un coto a la epidemia de obesidad».
Fuente: www.lanacion.com.ar