Se trata del médico investigador Oriol Mitjà, especializado en enfermedades infecciosas y en la erradicación de enfermedades tropicales del Hospital Universitari Germans Trias I Pujol, en Barcelona, España. Explicó de qué se trata el primer ensayo clínico del mundo para frenar la transmisión de COVID -19 . “Es una propuesta pionera que no busca la curación de los pacientes, sino evitar el contagio”
El médico catalán Oriol Mitjà es entusiasta y rescató el conocimiento que hasta ahora se ha logrado sobre el virus COVID-19. Estamos haciendo avances que en circustancias normales hubieran tardado años.
Mitjá es profesor asociado en el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol de Badalona, es jefe de la unidad de ITS del hospital Germans Trias i Pujol e investigador asociado en ISGlobal. Tal vez sin quererlo – o sí – se ha configurado es un líder activo de comunicación positiva de la pandemia en España, y a la vez que no ha dejado de dedicar equipo y esfuerzos a encontrar una salida lo más veloz posible a la situación.
El COVID-19 lo sorprendió investigando sobre enfermedades de transmisión sexual (ITS) con foco en la sífilis. Con la velocidad que ameritaba, se puso al hombro un ensayo clínico con el objetivo de obtener los primero resultados en un tiempo récord de 21 días. Ya anteriormente había solicitado la dimisión del comité de emergencia español por considerar que no tomaba decisiones adecuadas.
En la rueda de prensa online de presentación del estudio clínico explicó que estamos diseñando una estrategia preventiva para detener la transmisión del coronavirus a la comunidad. Según la estadística acumulada que contamos, cada caso infecta durante 14 días una media del 15% de sus contactos. Es decir, de cada 20 contactos con una persona infectada, salen entre 2 y 3 nuevos infectados. El objetivo es reducir esta cifra.
En el estudio participarán casos positivos y personas que hayan estado en contacto con ellos, de la zona metropolitana norte de Barcelona (Maresme y Vallès Oriental) y de áreas con mucha incidencia como Igualada y alrededores. A los afectados por COVID-19 se les administrará Darunavir, un antiviral utilizado como fármaco contra el VIH, con el objetivo de reducir la carga viral (la cantidad de virus en la sangre) y, por tanto, la capacidad de transmitir el virus a otras personas. Por otra parte, a las personas que hayan estado en contacto cercano con la persona afectada por COVID-19 se les dará, como tratamiento profiláctico, un fármaco usado contra la malaria llamado hidroxicloroquina. Con esta estrategia la persona con COVID-19 sería infecciosa durante menos días y los contactos estarían más protegidos. De la misma manera, ofrecería protección al personal sanitario, el más expuesto al contagio.
La propuesta es pionera y se diferencia de la mayoría de los ensayos clínicos que se están llevando a cabo en todo el mundo porque no persigue la curación de los pacientes, sino que pone el foco en cortar la transmisión: pretende prevenir que los contactos de una persona infectada no se contagien con el coronavirus.
El estudio ha recibido el aval de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entidad que ha destacado el modo en que se ha planificado y lo reducido de su costo de implementación. A la par ha creado interés en la fundación que lidera el creador de Microsoft, Bill Gates y su esposa Melinda. El atractivo que despertó el estudio científico generará encuentros entre dichas entidades y los directivos del estudio. Se prevé que el Departamento de Salud de Cataluña centralizará los datos obtenidos.
Sabemos que, por ejemplo, entre un 10 y un 15% de los catalanes, casi medio millón de personas, han sido infectadas por el coronavirus, no todos con síntomas. No está garantizado que todos ellos sean inmunes, pero si pasaran la enfermedad una segunda vez no sería tan grave como el primer contagio. El riesgo de desconfinar será la aparición de nuevos rebrotes y por tanto será necesario encontrar los casos positivos y aislarlos de forma rápida.
Planteamos una salida escalonada de la cuarentena, empezando por las personas más jóvenes y sanas y dejando para el final los mayores, la apertura de escuelas y los acontecimientos de más de 50 personas. También remarcamos que habrá que hacer muchas pruebas para determinar quién ha pasado ya el virus, y también para detectar a los nuevos positivos. En función de eso, la persona común sana podría hacer una vida más o menos normal.
En el informe indicamos que es importante realizar la prueba rápida serológica para determinar cuál es el “estado epidemiológico real” de la población.
Sería ideal habilitar diferentes puntos, como farmacias, universidades o consultorios médicos. El resultado se obtiene en 15 minutos. Los que ya hubieran tenido el virus tendrían un certificado de inmunidad, lo que les permitiría no estar confinados. Los que tuvieran el virus en el momento del testeo tendrían que estar confinados 14 días, y se tendría que hacer un seguimiento de los que no lo hubieran tenido.
Inspirados en el control impuesto en Wuham, el epicentro en China de la aparición del virus, los especialistas señalan en su informe que sería adecuado contemplar un seguimiento de movilidad a través de tecnología GPS. Cuando un ciudadano sea diagnosticado positivo, sus datos de movilidad y sus contactos durante el período de potencial contagio se capturarían de forma automática, y se podrían aislar. Cada persona tendría asociado un riesgo de infectividad con un código de colores: verde, naranja o rojo, señaló el informe. Las aplicaciones móviles -sugiere Mitjá- permitirían identificar grupos de casos, zonas calientes con muchos enfermos detectados, lo que permitiría hacer confinamientos parciales en zonas geográficas delimitadas. “Si no hacemos las cosas bien habrá rebrotes”, advirtió.
Fuente: www.infobae.com